Llega fin de año y se suelen hacer balances, pero diferencia de otros momentos, ahora cambió. Será porque estuve todo el año viendo, reviendo situaciones y aprendiendo de ello (por eso no pongo errores, porque de todo se saca una reflexión o aprendizaje)
Pero… no fue sino hasta una clase de arquería, que me dí cuenta de algo… el esforzarse y pensar DEMASIADO, te nubla el objetivo.
No por nada, el bushido, el kendo, el arte de la espada samurai habla del «mente en blanco» así como también el Kyudo, tiro con arco y flecha; o como se dice en castizo y me han dicho… Que no te coma el blanco.
En arquería uno tiene que respirar, acomodar la posición, los músculos, acomodar la flecha, acomodar el arco, apuntar, respirar: Volver a acomodar los músculos..respirar… apuntar, mente en blanco, olvidarse del arco y soltar. Mágica palabra. Soltar la cuerda. Dejar que fluya... y luego, mantener la postura.
A esta altura uno sabe qué hizo bien o qué hizo mal, se siente, tu cuerpo te lo dice y la flecha en el blanco (o no, te lo marca) Pero no hay que insultar y romper la postura al instante en que el tiro salió mal, no.. porque hay que revisar qué se hizo mal , rever cada fibra cómo está puesta. Y ahí entendés en qué fallaste.
Pero como me dijo mi profe de arquería, «Ese tiro no fue casualidad» claro, me entusiasmé, la sobre-pensé y me ganó el objetivo.
Si no estás frío… entra el factor raciocinio, las mil vueltas y cuestionamientos, te come la mente, te come el blanco y empezás a esforzarte por demás, perdiendo el ritmo natural y lógico de las cosas.
Creo, hoy viéndolo más en detalle, y recordando un genial e increíble libro recomendado por un amigo, El arte Zen de tiro con arco y flecha que se aplica a todo, a una pareja, una amistad, al trabajo, a una propuesta, lo que fuera. Cuando se fuerzan las cosas, salen mal. Tampoco digo ir por la vida como un par de descerebrados, no pensar nada y hacer el mínimo esfuerzo.
El arte de no pensar en nada, «la mente en blanco» no se trata de eso, sino de conectarse con la esencia de uno, y del instrumento que se esté tratando, sea un arco y flecha, un violín, una propuesta, un cliente, una pareja, un amigo o .. uno mismo, es eso: Conectar, entender y fundirse con lo otro.
En el servicio del marketing a veces se satura un mercado o una acción por hacer de más, y termina atorando al que está del otro lado.
Las cosas tienen un tiempo, un tiempo para presentar, un tiempo para entender, un tiempo para decantar, si bien creo que todo puede hacerse con la mejor calidad y eficiencia, hay un método, un proceso que no se puede negar y por sobretodo.. revisar qué se hizo para corregir el próximo tiro.
Sin meterse presión innecesaria (que no ayuda ni sirve), sino somo desafío. Saber que tal vez, no hay segundo tiro, entonces, el proceso de interjección y análisis tiene que ser más profundo y minucioso.
Aislarse del «ruido exterior» y concentrarse. No quiere decir para nada que uno no de lo mejor y no se esfuerce al máximo, para nada, pero sí quiere decir que hay un punto justo para todo y un momento oportuno para todo. Hay que aprenderlo y sentirlo.
Creo que definitivamente, objetivos al margen, eso quiero para este año.. concentrarme, enfocarme, apuntar, soltar, dejar que fluya… pero claro.. quiero siempre dar en el blanco 😉
Dejo aquí debajo, el link de un excelente libro que me recomendó un buen amigo, Alejandro para que lo descarguen y lo lean, El arte zen del tiro con arco Que lo disfruten!